Habituados a los artículos en que las mamás describen la búsqueda del mejor colegio para las niñitas, llegó finalmente nuestro momento... ¿dónde va a estudiar el barrabás de la casa?
Si la decisión es colegio mixto, este artículo llega sólo hasta aquí... pero si la hija –que es mi caso-, va a colegio de niñas... “esto comienza señores...”
El tema es un gran abanico y muy abierto. Hay hartos puntos de vista para abordarlo Uno en especial ha llamado mi atención: en dos de los colegios me hicieron la pregunta clave, “¿qué clase de persona quiere ver cuando su hijo salga de 4º medio?”
Vaya pregunta (¿no había otra más fácil?, ¿y si la hubieran hecho con alternativas como cuando dí la PAA?).
La respuesta puede ser más o menos universal a cualquier condición socioeconómica de la familia, credo e incluso inclinación política.
Qué papá no quiere que su hijo sea un hombre de bien, honesto, respetuoso, exitoso y un largo etcétera.
La cuestión es qué estoy dispuesto a hacer como papá para que el “hijo de tigre” crezca cada día, sano, deportista, con la mente abierta y el corazón ancho.
El desafío es potente para nosotros los machos de la casa. Pasamos más horas de las necesarias en la pega. Nuestra labor es llevar el sustento, cuidar el trabajo en medio de esta crisis (no se pongan nerviosos, ya vendrán otras), reparar el lavamanos que se tapó y de cuando en vez, retar a los cabros chicos que se portaron mal en el día.
Hasta ahí, todo (relativamente) bien. Pero...
¿Cómo engancho con mi lado femenino?
Ese que ví en mi propia madre y hoy en la Sandri (mi señora): estudiar codo a codo con los niños, plancharles el uniforme, buscar el taller tal o el profesor cuál, ir a las reuniones de colegio y un par de docenas de otras actividades...
Los tiempos han cambiado. Hoy la mujer trabaja, los hombres cambiamos pañales y las cosas de casa se comparten mucho más que antes, pero aún veo que cuando llevamos a mis hijos a un cumpleaños, hay mucha mamá sola con sus hijos. Un aplauso para ellas. Se lo merecen.
Estoy nervioso con el tema del colegio para mi hijo. ¿Dónde estudiará el próximo año este “semilla de maldad”? Los proyectos son amplios y variados. Todos tienen algo atractivo. Y a pesar de los nervios, lo estoy pasando bien. Es como volver al colegio, pero sin la responsabilidad de tener que estudiar y sacarme buenas notas, sin tener que aguantar al inspector canalla, a la “cara de muerto”, el almuerzo que se te agrió en la mochila tirada al sol en el patio.
Me aburrí. Tengo que ir a lavar la loza.
Chau...
Si la decisión es colegio mixto, este artículo llega sólo hasta aquí... pero si la hija –que es mi caso-, va a colegio de niñas... “esto comienza señores...”
El tema es un gran abanico y muy abierto. Hay hartos puntos de vista para abordarlo Uno en especial ha llamado mi atención: en dos de los colegios me hicieron la pregunta clave, “¿qué clase de persona quiere ver cuando su hijo salga de 4º medio?”
Vaya pregunta (¿no había otra más fácil?, ¿y si la hubieran hecho con alternativas como cuando dí la PAA?).
La respuesta puede ser más o menos universal a cualquier condición socioeconómica de la familia, credo e incluso inclinación política.
Qué papá no quiere que su hijo sea un hombre de bien, honesto, respetuoso, exitoso y un largo etcétera.
La cuestión es qué estoy dispuesto a hacer como papá para que el “hijo de tigre” crezca cada día, sano, deportista, con la mente abierta y el corazón ancho.
El desafío es potente para nosotros los machos de la casa. Pasamos más horas de las necesarias en la pega. Nuestra labor es llevar el sustento, cuidar el trabajo en medio de esta crisis (no se pongan nerviosos, ya vendrán otras), reparar el lavamanos que se tapó y de cuando en vez, retar a los cabros chicos que se portaron mal en el día.
Hasta ahí, todo (relativamente) bien. Pero...
¿Cómo engancho con mi lado femenino?
Ese que ví en mi propia madre y hoy en la Sandri (mi señora): estudiar codo a codo con los niños, plancharles el uniforme, buscar el taller tal o el profesor cuál, ir a las reuniones de colegio y un par de docenas de otras actividades...
Los tiempos han cambiado. Hoy la mujer trabaja, los hombres cambiamos pañales y las cosas de casa se comparten mucho más que antes, pero aún veo que cuando llevamos a mis hijos a un cumpleaños, hay mucha mamá sola con sus hijos. Un aplauso para ellas. Se lo merecen.
Estoy nervioso con el tema del colegio para mi hijo. ¿Dónde estudiará el próximo año este “semilla de maldad”? Los proyectos son amplios y variados. Todos tienen algo atractivo. Y a pesar de los nervios, lo estoy pasando bien. Es como volver al colegio, pero sin la responsabilidad de tener que estudiar y sacarme buenas notas, sin tener que aguantar al inspector canalla, a la “cara de muerto”, el almuerzo que se te agrió en la mochila tirada al sol en el patio.
Me aburrí. Tengo que ir a lavar la loza.
Chau...
Fraque.
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