jueves, 20 de agosto de 2009

Y quién te enseña a ser padre?

Cuántas veces habré oido en mi vida la frasecita, nadie te enseña a ser padre o madre en mi caso.

La escuché y escucharé de los míos cada vez que en uno de esos almuerzos familiares mis hermanos o yo osemos criticar alguna conducta de ellos en nuestra infancia, como el no haberme prohibido comer el bendito pan ( el que no puedo dejar hasta hoy ) o el haberme permitido cualquier tontería que hoy evito con mis hijos.

Intentamos, unos más otros menos , ser los mejores padres, los más preocupados, los más divertidos, los más sabios, sin darnos tiempo muchas veces de preguntarles a ellos que esperan de nosotros. Es cierto, algunos ni siquiera pueden hablar todavía y muchos al hacerles una pregunta de esa envergadura nos mirarán como miran a Mister Maker.

La respuesta no es tan compleja como pensamos, ellos sólo necesitan a padres que los amen, lo demás vendrá por añadidura como todo en la vida.

Mi mamá no me enseñó física nuclear, pero como añoro que me cambie la ropa húmeda, como cuando llegaba del colegio, después de una fuerte lluvia.

Nuestra carrera de padres es la más veloz y la más exigente, con un jefe que te mira desde abajo con ojitos de ternura y que no espera casi nada de lo que nosotros pensamos erróneamente desean. Nuestras proyecciones, nuestros intereses, son ni más ni menos nuestros propios anhelos, no los de ellos. Nuestros hijos y los de otros, sólo necesitan amor y en esta carrera por darles tanto y tan poco, ya no estamos en casa para dárselo.

Llegará el día en que ya no les llevemos a las clases de ballet ni a los partidos del colegio, ya no habrán más clases de inglés ni karate los miércoles en la tarde, ya no habrán más besos en la frente al dormirse ...

Ese día responderemos, “nadie nos enseñó a ser padres”, pero hicimos lo que el corazón nos ordenó y tengo la seguridad de que ellos nos mirarán de la misma forma que hoy nosotros, miramos a nuestros viejos.